"Decime adónde vas alegre mascarita que me gritas al pasar..."


La letra de Siga el Corso describe con melancólico barroquismo, a modo de homenaje, y tal vez inconsciente, la despedida a tantos carnavales del ayer.
"La fiesta por excelencia",
llamó al Carnaval el folklorista Augusto R. Cortázar(1910-1974).
Desaparecida del calendario oficialen 1976 (decreto 21.329)

A principios de siglo había corsos en las calles Cuyo (actual Sarmiento) entre De las Artes (hoy Carlos Pellegrini) y Callao; otro sobre Rivadavia; Mitre entre Artes y Paraná; Defensa entre Independencia y Brasil; San Juan entre Entre Ríos y Catamarca.
También en los barrios aledaños de Belgrano, Flores, Florida, Morón, San Isidro y Quilmes.
La Avenida de Mayo, niña mimada de la comuna porteña, albergó el corso oficial de la ciudad desde el 1900.
En la década del treinta los corsos se trasladaron a los barrios donde los grupos carnavaleros pasaron a tener nombres: Los Criticones de Villa Urquiza, Los Averiados de Palermo, Los Pegotes de Florida, Los Curdelas de Saavedra, Los Eléctricos de Villa Devoto, estas fueron murgas legendarias del treinta y el cuarenta.
Orestes Vaggi gran conocedor de todo lo relativo al Carnaval Porteño llegó a formar un verdadero museo en La Boca, cerca de la Vuelta de Rocha, donde todo ello se exhibe.






Siga el Corso (Carlos Gardel)
Letra: Francisco García Jiménez


Esa Colombina puso en sus ojeras humo de la
hoguera de su corazón... Aquella marquesa
de la risa loca se pintó la boca por besar
a un clown. Cruza del palco hasta el coche la
serpentina nerviosa y fina; como un pintoresco
broche sobre la noche del Carnaval.

Decime quién sos vos, decime dónde
vas, alegre mascarita que me gritas al pasar:
"-¿Qué hacés? ¿Me
conocés? Adiós... Adiós...
Adiós... ¡Yo soy la misteriosa
mujercita que buscás!" -¡Sacate
el antifaz! ¡Te quiero conocer! Tus ojos,
por el corso, va buscando mi ansiedad. ¡Tu
risa me hace mal! Mostrate como sos.
¡Detrás de tus desvíos todo el
año es Carnaval!

Con sonora burla truena la corneta de una
pizpireta dama de organdí. Y entre grito y
risa, linda maragata, jura que la mata la
pasión por mí. Bajo los chuscos
carteles pasan los fieles del dios jocundo y le va
prendiendo al mundo sus cascabeles el Carnaval.

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